Todos servimos para algo

¡No lo muevas! –Dijo mi papá exasperado -. ¡NO-LO-MUE-VAS! Me sentí mal. Sólo era un niño tratando de ayudar a su padre a soldar un tubo de cobre en un caluroso día de Junio, y no lo estaba haciendo bien. Me concentré en no mover el tubo, pero entre más me esforzaba...