Las penas con George son menos

Abrí la puerta y me abofeteó el implacable silencio. Era la primera de muchas veces que abriría esa puerta y no me recibiría mi hija. Se había ido. Fue un golpe certero en mi alma y el hematoma en ésta comenzaba a ensombrecer mi semblante. No encendí la luz y me dejé...