Kris Durden–Es que no puedo –Dije fastidiado–. No puedo con la forma en la que están tratando de enseñarnos. Su problema es que no quieren darnos herramientas para cuando salgamos al mundo a ganarnos la vida, sino que están tratando de educarnos para memorizar y obedecer. ¡Realmente no puedo!

–¡Querer es poder! –Dijo mirándome severamente con los ojos inyectados de sangre. Algo en mí lo sacaba de quicio. Se pasó la mano por su cabellera envejecida y ahora plateada y miré la vena sobre su frente palpitar.
El director me miró como preguntando si tenía algo más que agregar y la frase del profesor reverberó en mi cabeza «Querer es poder»

–Entonces… –Dudé, pero no baje ni la mirada ni la voz –. Tal vez no quiero.

Admitirlo en voz alta fue como verse al espejo y reconocer que no te gustaba lo que veías en él.

Prácticamente terminé con la conversación con esa frase. Si yo no quería aprender lo que ellos me habían estado tratando de enseñar, entonces no había nada más que hacer. Todos nos retiramos con una sensación muy incómoda.

Realmente me había avergonzado reconocer que no quería seguir adelante con toda esa farsa de poner atención a una persona que en lugar de hacer su trabajo como profesor, intentaba jugar el rol de papá educando a sus ingratos e ilusos hijos.

Se había empeñado en mostrarnos que en el “mundo real” uno nunca puede ganar suficiente, uno no puede amar su trabajo y que uno siempre tendrá que vivir recibiendo órdenes de personas que ni siquiera te caen bien.

Me enfermaba que quisiera que su realidad fuera algún día nuestra realidad.

Dejé de detestarlo el día que comprendí que no lo hacía porque nos odiara, sino que realmente, para él el mundo era así y sólo quería hacernos un favor al despertarnos antes. En su realidad era el Morfeo que despertaba a Neo.

Recordé todo esto porque en las últimas semanas me han ocurrido cosas interesantes.

Ya estoy acostumbrado a un ritmo de trabajo muy estricto, pero afortunadamente diverso y principalmente, son tareas que amo hacer, y creo que este amor por mi trabajo fue lo que propició todo.

Hace pocas semanas me invitaron a encargarme de un departamento de video en una casa productora nueva. Realmente me sentí muy alagado, pero antes de siquiera comenzar a disfrutar de la oferta, me contactó otra persona para ofrecerme exactamente el mismo puesto en una productora completamente distinta. Realmente me sorprendió que me plantearan exactamente la misma propuesta dos personas distintas, contemplándome para el mismo puesto. Esta misma semana, una de las personas que más admiro, me llamó y me dijo, quiero que trabajemos juntos.

Por difícil que parezca de creer, me planteo lo mismo que las dos personas anteriores y eso me emocionó aun más. Realmente me excitó (quiero aprovechar para decir que cuando escribo “me excitó” no me refiero al aspecto sexual (léase como excitación nerviosa)).

Ya no les cuento con detalle, pero parte de todo esto es que también me contactaron de una televisora de otro país para hacer un trabajo sobre la deep web.

Hace mucho tiempo dejé de lado las cosas que realmente no quería hacer y comencé a dedicarme de tiempo completo a eso que sí quería en mi vida. Hace mucho tiempo que comencé a desear vivir de algo que amara hacer y hoy es una realidad.

Hoy entiendo que a veces da vergüenza admitir que no queremos algo en nuestras vidas y que ese profesor del que pudiera no haber aprendido nada, me enseñó una de las lecciones más importantes de mi vida. Querer es poder.

 

Es preciso saber lo que se quiere; cuando se quiere, hay que tener el valor de decirlo, y cuando se dice, es menester tener el coraje de realizarlo.

Georges Clemenceau