Kris DurdenUna serie de eventos que han pasado en rededor mío han dejado claro si los protagonistas de estas historias hubieran sido sinceros consigo mismos y hubieran sabido pedir ayuda a tiempo, las cosas no estarían en el terrible punto en el que están ahora. Desde problemas económicos, pasando por los sentimentales y hasta de salud, todos a causa de no saber pedir ayuda.

Un amigo me cuenta que terminó con su pareja, con la que lleva más de cinco años de relación. El motivo no es nada extraordinario, la monotonía los alcanzó. Le pregunto si agotaron todas las alternativas y me responde sin meditar que agotaron todas. Cuando le pregunto qué descubrió en las terapias de pareja, me dice que nunca ha tomado una y jamás lo hará porque esas cosas son para locos y gabachos. Le digo que conozco a unos de los mejores terapeutas del país y que forman parte del equipo de Evolución Terapéutica y que podría contactarlo con ellos, pero se ríe a carcajadas de la idea.

Ahora no sé a qué se refería cuando respondió con seguridad que “habían agotado todas las alternativas”, formulo un par de preguntas. ¿Si no se acercó a mí cuando las cosas comenzaban a andar mal, entonces a quién? y ¿cuántas veces lo platicó con su pareja?

Me responde que no le contó a nadie, porque esas cosas no se cuentan y que la vez que lo platicó con su pareja las cosas terminaron en discusiones y reproches, por lo que no volvieron a tocar el tema… Hasta que se separaron.

Siento tristeza, porque no supo sincerarse y vulnerarse consigo mismo, con su pareja y mucho menos con las personas que lo queremos y que sin duda los hubiéramos ayudado.

No puedo negar que yo también he hecho lo mismo, y he aprendido a la mala que siempre puedo pedir ayuda y generalmente seré correspondido.

Tal vez esta aversión proviene del pensamiento de no querer molestar con mis problemas a personas que aún están lidiando con los suyos. Tal vez el problema radica en que hay mucha gente que me quiere, pero no sé darme cuenta de lo importante que sería para ellos ayudarme. Tal vez en el fondo es una proyección de mi baja autoestima y el creer que si intento pedir ayuda nadie estará para mí. Cualquiera que sea el motivo es un error que puede tener como consecuencias un final abrupto para una relación en pareja, el cierre de un proyecto importante o incluso la pérdida de la salud.

¿Cuántas veces hemos creído que ya agotamos todos nuestros recursos y resulta que aún nos queda mucho por decir y hacer? ¿Cuántas veces lo hemos perdido todo por no saber alzar la voz a tiempo?

“Los cielos nunca ayudan al hombre que no quiere actuar.”

Sófocles