Kris DurdenEsta mañana, en cabina, dando las indicaciones para saltar de una cámara a otra, pidiendo más luz en sala y alertando a controles de audio que estábamos por entrar con un video, es que me di cuenta de que estaba viviendo un sueño de estudiante. La razón pudo haber sido que toda la semana estuve siendo asediado por la nostalgia de un pasado persistente e incansable. Recibiendo llamadas de personas que deseaban que nos reuniéramos de nuevo o acorralado por preguntas de cómo fue que entré a trabajar al lugar a donde estoy. Pudo haber sido eso o tal vez que detrás de mí y a cargo de aquél aparatoso y costoso equipo estaba el que fue mi profesor y terapeuta durante mi formación en ciencias de la comunicación.

Me encanta escapar del pasado, sin importar lo seductor que se pueda presentar, pues estoy consciente de que sólo tiene trampas para los que se quieren regocijar en una época que ya no volverá. Te quiere ahí, con él en su soledad, con todas esas figuras petrificadas en sus acciones, sin poder escapar a lo que un día fueron. No reniego de mi pasado, pues todas esas acciones me formaron tal cual soy hoy, lo empleo para ser útil y no volver a cometer los mismos errores o repetir ocasionalmente los aciertos, pero es verdad que hay quienes viven creyendo que sus mejores años ya han pasado. Mirándose más jóvenes, con más energía, con más amigos, con más felicidad o hasta con más pelo. La mayoría de esas veces es una trampa, porque si nos ponemos a pensar en lo que pensábamos en aquellos gloriosos años, muchas veces nos sorprenderemos con que pensábamos que pensábamos que el pasado era mejor. Adolescentes deseando ser niños, adultos deseando ser adolescentes, adultos mayores deseando ser adultos.

Sumado a eso, reforzamos esas ideas omitiendo todas esas cosas por las cuales la pasamos tan mal y creamos una perspectiva incompleta de nuestro pasado. Me explico:

Los adolescentes omiten el sometimiento al que estaban expuestos cuando niños al no poder elegir ni siquiera el peinado o la ropa que usaban. Los adultos no recuerdan lo difícil que es ser adolescente creyendo que tu vida depende de la aceptación de un circulo social, con la complicada escuela en segundo término, el acné y la codependencia económica hacia tus padres. Y podría continuar con el ejemplo, pero realmente no soy un adulto mayor y no podría ser preciso, aunque sí muy creativo.

¿Cuántas veces no he escuchado medio en serio y medio en broma «ay ya no quiero cumplir más años»? Si crees en Dios, que mejor no te escucha, porque la única forma de dejar de cumplir años, es estando muerto. Yo sólo veo un apego inútil a algo que se va a acabar.

En lugar de estar pensando «Por favor que no se acabe» deberíamos de aprovecharlo lo más posible, porque no es para siempre.

No estamos conformes con lo que hicimos, ni con lo que tenemos y para empeorar las cosas nos atemoriza lo que está por venir.

Lo he escrito antes y lo repito ahora: Sin miedo a vivir.

Así que ya no robo más de su tiempo, que se va y jamás regresará.

Y cómo dijo el Doctor Emmett Brown:

Nos veremos en el futuro.