Kris Durden–¿Cómo ves, amigo? –Dijo en tono de complicidad el profesor y coordinador de la carrera de comunicaciones–.

–¿Qué? –Respondí casi susurrando y arqueando las cejas–, ¿hay «chisme-chisme»?

–¡Siiiii! –Dijo sonriendo– Pues que el papá de la criatura ya se desentendió y que ahora esta chava va a ser mamá soltera.

–¡¿Cómo cree?!

–Sí… ¿Cómo ves?

–Pues muy mal, Prof, pero… ¿Quién es el papá?

–Sí lo conoces, amigo. Es el que al principio andaba con la guapita de comunicaciones del grupo A.

–¿El chavito moreno, dizque bien malo, medio marcado y bien rostro?

–¡Ándale! –Me responde entusiasmado el Prof–.

–Pues ese ha andado con todas, ¿no?

–No’más con las más guapas.

–¿Y entonces ya anda desconociendo a la criatura?

–Sí amigo –Torció su boca en una mueca lastimera.

–Pues… –Me acerqué a la ventana para hacer una de las cosas que más me gustan en este mundo, y que es contemplar la vida. El sol brillaba con intensidad sobre un despejado cielo azul. 15 metros abajo, las personas caminaban de un lado a otro; unas con prisa, otras con calma y otras se mantenían en su lugar tratando de vender a esas personas, sus cocteles de fruta recién picada o rebanada. Las abejas volando en rededor de esos puestos daban fe de la frescura y la dulzura.

«No importa lo que me pase a mí o a esa chava que tenía por delante toda una vida como madre soltera –Pensé–, el mundo seguirá moviéndose como hasta ahora y ni siquiera sabrá que algo nos ha pasado… o tal vez ni se entere de que alguna vez existimos.»

Seguramente esta chica que aun estaba por terminar la carrera de comunicaciones y en ese mismo instante estaba con hecha un drama, pero al mundo entero no le interesaba. Ellos tenían que seguir caminando con prisa o con calma, y no podían detenerse.

–Es la quinta del año y apenas estamos en abril –Dije con algo de resentimiento.

–Sí amigo.

–Creo que se debe a que son muy jóvenes.

–No te creas, amigo –Dijo el Prof–. Hace poco me encontré con mis cuates y resulta que uno de ellos también iba a ser papá. No tendrá ni dos años. Yo ya entré a los cuarenta y ellos andaban por las mismas. ¿Sabes qué me dijo mi cuate? –Yo negué con la cabeza– «Tengo miedo y no sé cómo ser papá.»

–¿Y qué le dijo usted?

–¡Pues me enojé! Porque era como si me quisiera decir que no quería hacerse responsable. Y le dije: «A ver… ¿Quién es tu mejor amigo?» Se quedó pensando y luego me dijo que su mejor amigo se llamaba Tomás, y le pregunté: «¿Cuánto llevan de conocerse? A lo que me respondió que unos 15 años. Entonces le dije: ¡Si has sabido ser un amigo, sabrás ser papá! Porque así como has sabido estar para tu amigo en las buenas y en las malas, sabrás estar para tu hijo. Porque así como has sabido fomentar la confianza para que te cuente sus problemas y tú compartas con él los tuyo, sabrás hacerlo también con tu hijo. Así que no me vengas con que no sabes cómo ser papá.

La respuesta me cayó como una revelación que se integraría en mí como una semilla y que más adelante germinaría hasta convertirse en la relación que hoy tengo con mis papás. En la relación que aun busco tener con mi hija. Medité un poco en lo dicho y regresé a la conversación:

–Creo que tiene mucha razón, Prof. El problema puede deberse un poco a la edad, o también a que ninguno de nosotros tiene la experiencia que usted, pero de lo que sí estoy seguro es de que no vemos nunca la paternidad de esa forma. Como la oportunidad de crear un lazo de amistad con una persona que nosotros ayudamos a crear. Nos enfocamos en la palabra responsabilidad, y tristemente, en muchos casos la palabra obligación y está claro que tenemos una responsabilidad, pero como diría el Diamante (amigo mutuo) nos olvidamos de que también es una oportunidad. Una oportunidad para reaprender y olvidarse de que los hijos tienen que crecer a nuestra imagen y semejanza. Nosotros podemos seguir madurando a imagen y semejanza suya. Como pasa dentro de una amistad. Cada que veo a mis amigos yo me voy con un poco de ellos y ellos se van con un poco de mí, porque nos damos la oportunidad de creer en las ideas del otro. Eso mismo debe de pasar con los hijos.

 

El problema con el aprendizaje de ser padre, es que los hijos son los maestros… Robert Brault