Calculo que el 90% de las decisiones que tomamos son para escapar de él. Para evadirlo. No nos gusta sentir esa emoción y por ello ni siquiera tratamos de entenderla. «Se siente mal y con eso me basta para no querer saber más del asunto». Pero si somos un poco más tolerantes y empáticos podremos hacernos la pregunta correcta y dar el primer paso para aprovechar una de las emociones más descalificadas, y entender qué es el miedo. Hacerlo una herramienta para alcanzar el éxito.
Si nos ponemos muy técnicos, el miedo es un conjunto de químicos que se disparan en el cerebro reptiliano –o complejo R– liberando sustancias como la adrenocorticotropa y epinefrina, que en conjunto generan cortisol, una hormona encargada de aumentar la presión sanguínea y el azúcar en la sangre y así detonar en tu cuerpo una explosión de energía que te salve de un peligro inminente.
Sabiendo esto, también es importante saber qué no es el miedo.
En las redes sociales podemos ver una serie de mensajes diciendo cosas como: el miedo es la prisión del corazón o, el miedo es lo único que se interpone entre tú y tus sueños. Estas frases tienen como único objetivo desinformar y hacernos creer que el miedo es el enemigo número uno de los exitosos.
El miedo no es malo, todo lo contrario, es una herramienta positiva que nos ayuda a ponernos a salvo. Ya sea que estemos pasando por una experiencia que requiere de todos nuestros sentidos en alerta o desde antes de estar en una situación así, alejándonos de un suceso para el cual aún no estamos preparados.
Hay que saber que nosotros mismos convertimos el miedo en un problema, porque no sabemos escucharlo o interpretarlo. En ese punto el miedo pasa a una versión de sí mismo conocida como miedo disfuncional.
Hace casi un año me encontraba de pie en la azotea de un edificio con mi jefe. Sólo se escuchaba el mecánico y ensordecedor ruido de los equipos de aire acondicionado que refrescaban aquél coloso de piedra llamado MVS radio. Mi jefe me miró a los ojos y me dijo:
–Quiero que tú dirijas el proyecto. Que te encargues de todo el contenido y que hagas que nuestros números se vayan para arriba, pero tienes que saber una cosa; así como habrá más dinero, habrá más responsabilidades y estaré detrás de ti. Así que dime… –Mantuvo su mirada firme sobre la mía y ahí entendí que necesitaba una respuesta, ya. No me daría tiempo para pensarlo–.
–Tengo que decirte la verdad –Dije sintiendo lo que el miedo hace cuando se apodera de tu cuerpo–. Tengo miedo de fallarte, pero hoy sé que ese miedo es lo que necesito para llevar los números a donde los queremos. Sé que ese miedo me va a susurrar todas las noches que tengo que ser el más preparado. Que ese miedo no me va a dejar fallar porque hoy ya lo sé escuchar.
–No, no debes temer decepcionarme. Tú ya me has demostrado muchas veces que eres un chingón y sé que estoy dejando el proyecto en las mejores manos–.
–Eso sólo me da más miedo, pero cuenta conmigo.
Esa semana la arrancamos con los números en 81 mil visitas. En la actualidad tengo más de 445 mil visitas por semana. Más de un millón ochocientas mil al mes. Siempre tengo miedo de no darlo todo en este proyecto. Siempre tengo miedo de no estar preparado con un plan B para salvar el proyecto de cualquier catástrofe. El miedo me ha llevado hasta donde estoy el día de hoy, porque he sabido escucharlo.
Si yo no lo hiciera, mi miedo sería disfuncional y en lugar de haber aceptado la oportunidad que se me presentaba hubiera declinado. Porque ¿quién realmente se siente preparado para todo lo que la vida le va poniendo en frente?, ¿quién se siente apto para ser papá o mamá?, ¿quien se siente listo para dejar la casa de sus padres y su respectiva solvencia económica?, ¿quién está 100% convencido de que hacerlo sin preservativo con una persona desconocida es seguro?
El miedo está ahí y nos está cuidando todo el tiempo. No hay que dejar que nos sobreproteja, nuble nuestro juicio y dañe nuestra autoestima.
«A menudo el temor de un mal nos lleva a caer en otro peor.»
Nicolas Boileau