Kris DurdenLa fila para entrar a un concierto puede ponerte en caminos misteriosos. Justo estaba formado para entrar al concierto de Ely Guerra, Kinki y Fobia cuando dijeron que no se podía pasar con alimentos ni bebidas. Así que abrí mi mochila y saqué Un yogurt bebible y una bolsa grande de papitas. Este es un buen momento para exterminarlas –Dije a mis amigos– Al tiempo que les daba la bolsa para que las devoráramos juntos.

Este gesto me llevó a mi infancia, cuando toda la familia se organizaba para pasar una tarde en el bosque de Chapultepec y mi mamá me pedía que sacara de la mochila los sándwich que había preparado en la mañana y había envuelto en servilletas, para meterlos una vez más en la bolsa de pan. Ese inolvidable momento donde te pasabas más tiempo quitándole los pedazos de servilleta húmedos a tu sándwich que comiéndote el mismo sándwich. Eran buenos tiempos, pero no creo que haya sido el mejor momento de nuestra familia, pues por aquél entonces lo que yo quería era que mi papá jugara conmigo a la pelota, pero él lo que quería era descansar. Lo que él esperaba de mí eran buenas calificaciones y yo detestaba el sistema educativo porque sólo nos enseñaban a repetir algo que no habíamos razonado. Mi mamá quería que yo obedeciera, pero yo desde muy pequeño ya quería ser independiente y muchas veces desobedecía una orden suya, porque me sentía manipulado o sometido a su voluntad. La relación con mi hermana no andaba bien porque sus amistades no me caían y comenzaba a comportarse de una manera superficial y desde mi punto de vista hasta vulgar.

Comencé a hurgar en mi mente por las diferentes etapas de mi vida, buscando el mejor momento de nuestra familia y me di cuenta de que eso que buscaba estaba sucediendo ahora mismo.

Mi papá seguía trabajando duro y descansando en sus ratos libres, pero yo ya no quería jugar a la pelota, sino trabajar duro y trabajar más en mis ratos libres, así que a veces nos vemos en la ciudad y cenamos mientras platicamos, cosas que jamás hicimos cuando era niño o adolescente y no por su culpa, sino porque yo tampoco quería compartir lo que sentía con una figura de autoridad. Me doy cuenta de que eso pasa hoy porque he dejado de verlo como un jefe y comienzo a platicar con él como lo haría con un amigo.

La relación con mi hermana es estupenda, porque yo estoy muy orgulloso de lo que es y lo que está haciendo con su vida, y pienso que ella también lo está de mí.

Quien, desde mi punto de vista, tiene que tener todo el crédito de que las cosas estén funcionando como hasta ahora tiene que ser para mi mamá, que en algún momento de mi adolescencia había superado su etapa sobreprotectora y me había dejado cometer todos los errores que tenía que cometer. Ella fue quien no dejó que mi hermana se metiera a trabajar en cualquier empresa como vendedora y la metió casi a rastras a la universidad para que hoy fuera lo que es. Ella fue quien habló con mi papá para pensar menos en trabajar y más en pasar más tiempo con sus hijos. Ella ha sido quien más a dejado por esta familia y hoy, que está cumpliendo años, es quien se merece todo el crédito por esta tarea tan colosal, que muchas familias no encuentran nunca. Armonía .

Comiendo de esa bolsa de papitas me di cuenta de que el mejor momento para mi familia no había sido el de la formación, sino el que hoy estábamos viviendo. Hoy recogemos los frutos de toda una vida de sacrificios.

 

Jamás en la vida encontraréis ternura mejor y más desinteresada que la de vuestra madre.

Honoré de Balzac